Presentación CIES y Migración

En los últimos años la inmigración en el Estado ha aumentado considerablemente, y con ello la represión, el rechazo social y la evidencia de la cruda realidad que viven miles de personas a costa de la explotación y el negocio de sus miserias.

La expropiación de recursos en los países más pobres, la lucha por el control de las energías, los caprichos de las inversiones de las grandes compañías, en un país u otro según sus intereses financieros, el control político por medio de dictaduras y gobiernos corruptos financiados desde los grandes Estados, las deudas externas con el F.M.I. y los acuerdos internacionales (te quito y me lo devuelves con intereses”), las guerras declaradas y/o financiadas y el posterior negocio de la inversión para reconstruir los países masacrados, rigen entre otros factores, los movimientos migratorios y las leyes que las regulan.

El sueño europeo, buscar un futuro más alentador, cubrir unas necesidades básicas, en algunos casos huir del hambre y la miseria, en otros de la represión buscando asilo político, o por otro lado el falso deslumbramiento de la sociedad de consumo, en la que poseer bienes materiales y alcanzar una estabilidad económica, se ve truncado por la realidad de l@s explotad@s de aquí y de allí:

Traspasar fronteras desafiando cayucos, retenciones en aeropuertos, redes de mafias, cuerpos represivos del Estado en pasos fronterizos…

La explotación laboral, (contratos en negro, impago de las empresas, exceso de horas en jornadas, contratación según intereses de mano de obra barata en cada país…).

El rechazo de una sociedad, xenófoba y racista, que hace distinción entre personas legales o ilegales, la criminalización de los mass media, al dificultad en el idioma, en su caso, o del acceso a una vivienda, buscarse la vida fuera de los límites “legales” con la amenaza continua de la cárcel.

La regularización de los papeles es una odisea cada vez más complicada, entre otros factores, por las constantes reformas de la ley de extranjería: tener contrato de trabajo para tener papeles y tener papeles para tener un contrato de trabajo, el pez que se muerde la cola. Una vez conseguidos, todavía queda la incertidumbre por las continuas renovaciones que exigen. Además su utilización por parte de los políticos en las campañas electorales y los negocios de cientos de abogados y ong´s que hacen del proceso de regularización un gran merchandising de donde sacar tajada.

En nuestros barios resultan ya cotidianos los controles policiales en las entradas de metro y cercanías: l@s mercenari@s del Estado a la caza del inmigrante indocumentado. Si no tienes la documentación en regla puedes acabar en el CIES (centro de internamiento de extranjeros) lugares donde se priva de libertad a las personas por no tener papeles, una mera falta administrativa. Estas cárceles, no declaradas oficialmente como tal, son gestionadas directamente por la policía, en ellas puedes permanecer cuarenta días a la espera de una orden de expulsión. Las malas condiciones de salubridad, el hacinamiento, la falta de médicos regulares, los abusos y torturas forman parte del día a día, frente al desconocimiento y/o pasotismo de una sociedad que permite el secuestro de personas.

En nuestras calles son cada vez más las voces y las acciones de una disidencia que se opone a este modo de explotación. Surge la necesidad de que, aunque haya gente inmigrante enfrentándose día a día (cabe mencionar las huelgas de hambre de los CIES, por ejemplo) sean ell@s mism@s l@s que participen más en esta lucha, sin intermediari@s, a pesar de la doble complicación que supone para alguien en esta situación (por la diferencia de condiciones legales, el miedo, entre otros factores) y de hacerla frente por medio de un planteamiento anticapitalista, más allá de los márgenes de obtener los papeles o la integración en los barrios.