Presentación Control Social

QUIEN CONTROLA EL PASADO CONTROLA EL FUTURO, QUIEN CONTROLA EL PRESENTE CONTROLA EL PASADO”… 1984, GEORGE ORWELL.

La mayor expresión del control social de nuestra época es la interiorización de los valores de las sociedades democráticas, creerse y defender que se vive en un estado donde se goza de plena libertad. El grado de conformismo y aceptación respecto a las atrocidades que ocurren día a día de un extremo a otro del planeta, resulta cuando menos aterrador: En el ámbito cotidiano, poder elegir el color del coche, votar al polític@ de turno, el banco en el que hipotecarse o el ganador de un reality, son algunas de nuestras concesiones de libertad, mientras nuestras vidas pasan desalentadoras sin plantearse qué o para quién vivimos. Ver en la Tv una explosión nuclear “sin efectos sobre el planeta” dicen, una invasión en un nuevo país “necesaria para acabar con la amenaza del terrorismo”, o un nuevo recorte salarial “para estabilizar la economía”…, y es que ahora quien hace la guerra hace la paz, quien destruye crea, quien oprime ama la libertad…

Los medios de comunicación hacen escuela. Son el instrumento de la reproducción ideológica del pensamiento único. Sólo es legítimo y ético lo que en ellos aparece, sólo son válidas las opiniones de sus “fuentes acreditadas”, sólo eres válid@ si sigues los modelos televisivos. Juzgan, sentencian y adoctrinan. Mientras hablan de delincuentes peligrosos, allanan el terreno a la represión y ocultan los intereses corporativos de las grandes empresas que los dirigen.

Los avances tecnológicos hacen posible que convivamos con el control y que aceptemos vivir con miedo. Por un lado, facilitan el control de los Estados: Tod@s somos vigilados y fichad@s, desde que nacemos hasta que morimos. Sus servicios de inteligencia y espionaje cuentan con tecnologías cada vez más avanzadas y exclusivas, que interceptan nuestras comunicaciones (móvil, internet) o nuestros movimientos (cámaras, micrófonos, registros bancarios, gps…) con el propósito de limitar al individuo y acabar con cualquier amenaza disidente del sistema. Por otro lado, las tecnologías hacen posible que las grandes compañías expandan sus mercados y acorten el tiempo de obtención de sus ganancias. La publicidad es su instrumento para asegurarse las ventas, creando supuestas necesidades de consumo, y diciéndonos que debemos comprar para obtener nuestra felicidad. Un claro ejemplo en los últimos años es el auge del uso de internet. Este medio, que hace posible la comunicación a tiempo real entre un lugar y su extremo en el mundo, y el intercambio de información de todo tipo, a la vez, establece la forma de relacionarse entre l@s individuos, las pautas de qué comprar, los estereotipos a seguir y las opiniones que debemos tener. Y es que cada vez es más normal el bombardeo publicitario en las páginas webs o la vida cibernética de l@s jóvenes.

El caso de la videovigilancia es uno de los métodos que más debate genera: El gran Hermano nos observa. Con la excusa de la seguridad, miles de cámaras nos vigilan en las calles, en el metro, en los trabajos, en las escuelas… atentando a la intimidad y limitando las capacidades de rebeldía. Nos están acostumbrando a vivir encerrados al aire libre.

Es sobre todo en períodos de crisis, cuando el control y las medidas represivas se hacen más evidentes: el endurecimiento de las leyes, las reformas de los códigos penales, de las cárceles…

Esta es la sociedad de informad@s e informantes. Ahora son l@s ciudadan@s quienes exigen mano dura. Para todo se pide “justicia” y cárcel, en pro del aumento de la criminalidad, sin preocuparse en entender el funcionamiento de la sociedad, el cómo y el por qué de las injusticias, ni quién gana con tanta miseria.

El control está servido: más presencia policial en las calles, más seguridad privada en lugares públicos, más criminalización de los rebeldes explotad@s… personas vigiladas y vigilantes, carteles publicitarios en toda la ciudad, comida plastificada, enfermedades inventadas, antidepresivos y drogas diseñadas… bienvenidos al Gran Hermano… que comience la revuelta!