Presentación Salud Mental y Psiquiatría


Cuando se habla de encierro, de represión, de aislamiento… la primera imagen que se proyecta en nuestra cabeza es aquella relacionada con cárcel, barrotes, guardias y demás aspectos que están muy presentes en todas las instituciones estatales, las cuales, son algunas de las herramientas utilizadas por el estado y el capitalismo para ejercer el control social a través del miedo y la represión. Sin embargo, aunque menos conocidas y/o explícitas, existen miles de formas en las que el sistema se apoya para continuar ejerciendo dicho control. Un ejemplo de esa realidad desconocida se encuentra en el ámbito de la salud mental. En una sociedad que se niega a entender las “anormalidades”, desde hace siglos l@s catalogad@s como enferm@s mentales eran recluid@s en manicomios, aislad@s, en muchos casos torturad@s y estigmatizad@s siendo repudiad@s socialmente. A lo largo de los siglos, aparentemente, han sido muchas las reformas que ha habido respecto al trato de quienes sufren psíquicamente; los manicomios, como tal, supuestamente han sido extinguidos; técnicas tradicionalmente utilizadas como la sujeción mecánica hoy en día incluso se condenan por ciertos sectores, aunque en otros muchos casos sigue siendo aceptada. Hay un largo etcétera de aspectos que supuestamente están superados, sin embargo, basta con rascar la superficie del discurso social respecto al tema de la salud mental para darse cuenta de que poco o nada han cambiado las concepciones respecto a  los/as llamados/as enfermos/as mentales.

El ritmo de vida al que nos vemos sujet@s cada día, el aislamiento y la falta de relaciones humanas ricas y reales, el ritmo de producción y consumo… es decir, el sistema capitalista en si y el modelo de “vida” que nos ofrece, es muchas veces la génesis de los llamados trastornos mentales (depresiones, ansiedad, estrés…), y en la mayoría de los casos, si bien no tiene porqué ser el origen, desde luego no es el contexto más terapéutico.  A ello se le une el diagnóstico y su correspondiente etiquetación (ambos basados en manuales que poco o nada tienen de rigurosos o científicos), éste supone una estigmatización que condiciona a todos los niveles la vida de quien es declarad@ oficialmente enferm@ mental. La medicación con psicofármacos, presentada como la panacéa de las soluciones de los trastornos mentales, viene a sustituir a la sujeción mecánica (práctica que por cierto no se ha dejado de utilizar), ahora impera la sujeción química mediante una medicación, que si bien es cierto pueden llegar a servir de ayuda en determinados momentos, no deja de ser un parche tras el que se esconde la incapacidad de afrontar los llamados trastornos mentales como un tema a asumir de forma grupal. Quienes son diagnosticad@s como enferm@s mentales ya no sólo han de convivir con las consecuencias sociales de su etiquetación, sino que además en la gran mayoría de los casos se enfrentan al sufrimiento psíquico en soledad, con una única herramienta para afrontarlo en forma de pastilla cuyos efectos adversos, en la mayoría de los casos, son más potentes que los supuestos efectos terapéuticos.

Desde esta propuesta en forma de charlas se plantea la posibilidad de dar a conocer la realidad de cientos de personas: familiares, amig@s, vecin@s o quienes nos cruzamos cada día  en la calle o en el metro, cuya lucha diaria la llevan en la cabeza y de cómo, lejos de crearse herramientas que favorezcan afrontar de manera colectiva el problema, entendiendo las causas y los mitos acerca de la enfermedad mental, lo que se potencia es el aislamiento y la indiferencia por los problemas ajenos.